martes, 17 de noviembre de 2009

IV

Algo de fugaz quédame en la vida,
en el límite blasfemo de mi plato,
algo de parsimonioso delantal,
y algo de lumbre
en la mañana sombría de mi estufa.

Algo de fantasma quédame en la sangre,
pálido, bipedestado,
por la infame sensación de las heridas.

Algo de enfático berrea en el estruendo,
algo distante, ubérrimo, corpuscular.

Algo de síndrome brutal y de pariente
nos abriga,
por el mandato general de los dolores.

Algo de telúrica responsabilidad se nos exige,
algo de cruda retribución,
algo de crimen.

Algo que anduvo con acrobático entusiasmo
en cruel cabalgadura.

Algo que cayera abatido en las espuelas
de un tranco espeluznante de caballo.

Algo de peculiar en el talante mismo de la turba
a raíz de la consigna.

Algo de crudelísimo bastión que nos orina
bajo el rónquido festín del rayo.

Algo de ancha carestía.
Algo de urgentísima labor.
Algo de algo.
Y junto a tantas aflicciones sucesoras,
el amor me fue negado.


Diego Libertad
Del poemario Contra este mundo
© Todos los Derechos Reservados
III

Hay en esta tilde una nostalgia grande,
de luto bajo su tela,
vestida de memoria en su antiguo traje.

Es una dama de énfasis mortales,
taciturnos, de paladar doliente,
no queriendo torcer el brazo,
alzando sus volúmenes atónitos,
macizos, y a menudo,
metiendo su cuchara
en donde hieren las vocales.

Tiene mucho sigilo de ronquido,
de respeto mutuo al póngase preciso,
pistola en mano.
Hay en esta dama
un hasta aquí profundo,
velocísimo, animal.

Pésame su marcada indiferencia,
su cuarta vocal de aquellos tramos,
que yo ya anduve. Y por último,
pésanme sus largos arrebatos
de feroz dolencia.

Diego Libertad
Del poemario Contra este mundo
© Todos los Derechos Reservados

viernes, 30 de octubre de 2009

Estimados amigos y amigas, camaradas, compañeros, les presento el último de mis poemarios titulado Contra este mundo, este trabajo está compitiendo en el concurso organizado por la Casa de las Américas edición 2010, a continuación les dedico algunos fragmentos:


Contra este mundo


I

Con qué argumentos enfrentar al mundo,
uno sinalma, al tropezar
con esta duda que me aqueja
con violenta oscuridad.

Vale decir, capitulando,
la verdadera vocación cuadrúpeda del ser,
la humana fobia inquisitiva,
el hierro cruel, hace ya tiempo,
tras de su tiempo prematuro de vejez.

Quién tendrá dudas de cuánto
homínido pavor desliza
el orden engendrado
de este crónico animal de pie,
sujeto a la danza universal,
de ser lo mismo por todos,
unilateralmente, lo mismo,
tiernamente, al unísono,
voraz calumnia.


II

Casi en el ritmo,
ponderación amartillada
del preludio, mueca de espanto.
Qué dirán los enigmáticos libros
en el bronce de la exaltación.

Ah qué dirán los sagrados folios
en cura de silencio,
a cuenta gotas, enmudecidos,
qué dirán,
con desconocida certidumbre
sobre materia criminal.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
V

Oh, si tan sólo en la pupila de mi madre
yo estuviera,
como en los límpidos antaños de la infancia,
si tan sólo bajo la atenta vigilia de sus ojos
yo me repitiera,
hasta hacerme otra vez
un hombre,
con el sudor de su grandeza
un hombre,
con el plasma de sus líquidos
más hombre,
lo sería,
de nuevo, de pie,
contra este mundo,
en esta noche de melancólicas ubres.

Y así, cuando ella viérame,
desde su distancia rumorosa de gaviota,
como era entonces,
esta silueta ensombrecida de su sangre,
aún de pie!

Y así,
cuando sus ojos incesantes me llevasen
como un niño tembloroso entre sus brazos,
sería yo el mismo hombre taciturno
que su fe abrigó con densos trajes.

Y así,
en la cruda abertura de la tierra
sentiría,
sus semilla válida, veraz,
sus ayunos, ay, tan tristes!
sus hambres, ay, tan tristes!
sus vacíos, ay, tan tristes!
Su inhalación profunda, veterana,
de lento suspirar.

Y así, entonces, sentiría,
el adiós desconsolado de su abrazo,
a sus lejanas latitudes,
con la nítida esperanza de volver,
como es ahora,
desde un pálido pañuelo inconsolable.
Ah si tan sólo en la pupila de mi madre
yo estuviera.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
VI

Plañe súbitamente el ser que nombro,
brama su habitante, apuntalado en dobles pinos,
vuélvese, torna en comunión consigo mismo,
sale del pecho, tieso de córneas, aduce,
en su rugido ratonil de una perilla,
este clamor, su eufórico suplicio,
con aspaviento de mélico abejorro.

Y ya noche, en la noble pesadilla,
su queja molar, crónica, durmiente,
al viandar su festivo polvo inquisitivo,
vuelve a llorar.

Y ya noche, titilante,
yo me huyo dentro
dando un grito.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
VIII

Tristérrimo soy de mí, cómo negarlo,
tal vez, hasta primogénito
de mi propia ruina seré,
libra por libra.
Pero no guardo rencor,
si es allí adonde vamos,
por los escarpados rumbos
de la injuria.

Habrá un cielo despejado
tras la noche vil y oscura!

Un alarido, a puro batallar,
saldrá de mi pecho,
un gran alarido, de ímpetu certero,
y blanco será el recodo de esta ruta,
donde lo comprensible no será jamás
ya postergado.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
IX

Ah coronel,
yo también esperaba la misiva,
en carne y hueso aguardé la señal,
a la justa palabra yo atesoraba,
hasta hoy que me levanto tras de mí,
y me visto de absoluta soledad
para alejarme.

Ah coronel,
aún no llega ese viernes por aquí,
sólo aquellos rumores maltrajeados,
que alguien hilvanó como mal sastre.

Ah coronel,
en una pieza está la moral,
intacta, sola, junto a mi rifle.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
X

Llena de gracia, me mira la pupila de esta mujer,
vela mi sueño, bifurca sus cabellos incontables
en mi trazo, sus auténticos ojos cósmicos platean,
llena mi mundo, con fórmula piadosa de candor.

Su brizna generosa de dulzor, en mí alardea,
y siento el fervor con que me mira,
flor de mi tierra primaveral, llena de mí,
siento sus formas terrenales en mi cardo
y ella, servicial en mi parcela,
la húmeda dulzura varonil con que la toco.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XV

Perdónenme pues si algo en mí tengo de triste,
si mis pasos me llevaron a ninguna parte,
y si escribo muy pegado a la nostalgia,
es que no supe cobijarme de alegrías.

Yo no guardé sonrisas bajo la almohada,
ni cartas, ni amores, ni fortunas,
sólo pesares anidaron en mi pecho.

En los áridos caminos de esta vida
supe andar en toda circunstancia,
y es que no saben
cuánto en mí se ha marchitado.
Perdónenme pues si ahora mismo
estoy tan triste,
perdónenme pues si ahora mismo
estoy errado, pues, la verdad,
no aprendí a mirar con otros ojos.

En los adioses, en los balcones,
en las distancias,
¡No había despedidas para mí!

Perdónenme pues si ahora mismo
parto a buscarme.

Perdónenme pues si ahora mismo
estoy tan triste.

¡Sí, mi corazón está triste!

Perdónenme pues si lloro en esta lágrima
con terrible llanto debajo de mis ojos.

Alguien habrá de esperarme
en el Mañana que me huye,
alguien habrá, alguien, digo, o nadie,
o todos juntos, alguien habrá, estoy seguro,
pues ya no puedo.
¡Ya no puedo con este dolor entre mis líneas!

Tengo en sangre el testamento de mi vida
y estoy ardiendo.
Perdónenme pues si ahora mismo
estoy callado.
Esta vez yo diré adiós,
mientras dejo mi lugar,
aún más vacío.

Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XXI

El tiempo destruye las bóvedas
en las que el romántico guardó sus sueños.
El tiempo devora la nostalgia derribada
en la que el ruiseñor estiró la pata.


El tiempo dirá que árbol dará frutos
y que huesos alimentarán
el Fuego de la Ira.

Sólo los hombres inocentes buscan
el amor en el fondo ensangrentado
de la penuria cósmica.

Piedad para el que sufre
en cada costado de su herida.

Piedad para el que se desangra
por amor al mundo.

Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XXVI

Algún día inesperado, límpido,
el hijo que nos llora,
ayunará con estoica firmeza,
aupándose de odiar lo que nos hiere,
con hablantina ternura de muchacho.

Y a cuánto de significante miga su rencor
servirá la mesa,
y cuánto su trinante gracia colorida
endulzará las hieles,
y cuánto su abrigadora sonrisa,
bueno, eso ya no tiene parangón.

Y a su lado,
tendido a llorar el dolor mío,
velará su canto matinal de primavera.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XXVIII

Quién aplazará su prontitud urgente
hasta la pérdida,
hasta la monetaria exhalación de dios,
quien, en el drástico agujero,
lo que no tocará el tiempo,
de parábola en parábola morirá desnudo
hasta morir de dios!

Quién, como el que llora,
con delicados ademanes de sensible,
sucumbirá en el oficio de la pólvora.

Escribo esto con los tenaces fusiles
del hambriento.

Esta es mi cuota de soldado
para la patria reluciente de los predicantes.

Esta es mi cuota de ladrillo
ante el siseo de la bala.

Yo no sé en qué trinchera fuimos
despojados del placer de una caricia,
y en qué metro cúbico
tendióse largo y sombrío
el intestino de los rifles.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XXXI

Hay que cultivar un amor platónico
para las artes
y un amor desnudo
para los días de placer.

Hay que cultivar un amor heroico
para la hambruna
y un amor fantástico
para la imaginación.

Hay que cultivar un amor clarividente
para los presagios
y un amor clandestino
para la libertad.

Una huesuda mujer teje
el negro telón de la despedida.

Hay que cultivar un amor ciego
para los tiempos de la nieve,
para la herrumbre inevitable de la vejez,
porque en el umbral del final descanso
ya no es posible ejecutar
las acrobacias de la retirada.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XXXVI

Toca la puerta huérfana mi mano,
tocan la efímera ventana mis ventrales ojos,
de llanto evidente, mutual, mi vestimenta,
y el pan con el que ayuno, de ruiseñor,
mis deducciones.
Nadie sabe cuánto
ha pecado de dulzura mi salario,
y cuánto de siniestro tristemente me derriba.

En un almuerzo fugitivo el cuervo anida,
bate su velocísimo espiral de triste pájaro,
arremete, muerde, picotea, desayuna,
elude el aletazo de la vida que arrebata.

Maligno secretario sabrás
que en tu profano despilfarro,
hay una mesa separada para el hambre,
y una huesuda silla de inmensa talladura
que te guiña,
y sabrás que hay en tu nombre,
impuestos en balde que te silban,
y mucho también de cínico circo y de artimaña.
Han de ser tus mismos reales usureros
la misma moneda con que pronto nos la pagas.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XXXIX

Un fuego atroz y milenario consume
las palabras del forjador de la ausencia.

Mi nombre es ausencia, soledad, melancolía.

La felicidad es una idea lejana que agoniza
en el sueño desfavorecido de los explotados,
es una puerta negra y oxidada
delante del fatal destino.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XLI

Oigo el troquelar de fieros mundos
al compás de la danza del universo.

Oigo los trémulos pasos
del que anda descalzo.

Oigo la agonía del que gira
desde sus raíces hacia la desolación,
hacia el hondo crujir de la violencia.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XLIV

Aquel hombre ha muerto,
no he de buscarlo más entre las sombras,
su mirada fija todavía ensaya,
el pesado manto de los párpados que lloran.

Ha muerto a escondidas de su abrazo,
de repente, alguien cerrará los ojos.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
XLVIII

Mundo sin alma que en flacos vacunos
oí morir de trepidantes mugidos
sobre mamíferas brasas
con vertiginoso clamor.

Los humeantes nonatos
en coro de llanto reprimido,
lloran partidamente
en la perversa nota musical de dios.
Ay de los mártires no nacidos!


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
LVI

La vida, algo severa, hiere mi frente,
grítame, oféndeme, masculla,
desde su filoménica reliquia,
yo le huyo tenazmente, le antecedo, le capoteo,
y ya nunca, tal vez, le oiga venir,
antes que el nudo de su trampa tome fibra,
antes que sus agudas cosas dilaten a garrote
en la ánfora grotesca de la nuez.

Yo ladeo su solemne voluntad de criminal,
ladeo su ansiedad de magro soliloquio,
ladeo su oscuro porvenir de carnicero.

Hiéreme de miedos infantiles su labor,
sus clavos grandes, y en el borde
acostumbrado de esta fábula nefasta,
sus litros colosales de gerundio
me rebuznan.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
LVII

Aves alboreras, llévenme a vivir
los días dulces que nos faltan,
aprisa!
Llévenme en sus alas,
con brazos fraternales de alegría,
desde este momento, en el que caigo,
con mi materia sensorial en una pala.

Será, será de aquí hasta el adúltero día
en el escote lúbrico de su preñez,
de puñales furtivos,
de dolores adustos, ay patronales.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
LIX

Arguyo en largos abrazos, ay mis abrazos,
de puntillas, grazna el repentino
recuerdo resignado de su voz.

De un embeleso andariego fui testigo,
no me lo digan, fui testigo, veraz oyente,
alerta, resoluto,
con el corazón al ristre, de pie,
contra este mundo,
bajo los pies ungidos de la evolución!


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
LX

Algo que nos une se ha quebrado,
y en estas dos partes inasibles de tu polvo,
arde del todo un fuego enflaquecido.

Agita el viento al rebaño en las hogueras,
donde vino a parar con su rescoldo,
llena de gracia la resaca plañidera,
absurda, infantil, casi en pañales,
roja de savia matutina de licor.

Y casi materna la gota rebosante,
recreando su pócima correcta,
su eslabón de mismísimo pariente
y su sed afanosa y predilecta
roza tu espiga, hunde los dientes,
y calla en sus voces las líquidas penas.

Ay, sólo pido desde esta orilla,
que vi cuánto se seca desde la edad
flemática y desde su múltiple saber,
que medita en ávido silencio
desde aquel abril sentado en tu rodilla.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
LXIII

De pronto, el mundo conocido observa su reloj,
mira al cielo, adolorido, exhausto, cruje,
estomaquea y, vertido en una página que muge
trasciende
en vertiginosa expiación crudo temor.

El cielo desfallece, patalea, cae su infeliz techumbre
con lágrimas de fuego y sus nubes tétricas que rugen,
y sus blondas grises atolladas,
penden de un hilo en cada lumbre.

Serpientes de alabastro gélido, en nieve,
precipítanse, en bombas de racimos crueles,
son los tiempos malos que se imponen
en lomo negro, entonces, raquíticos, biológicos,
cunde la peste, todo se ha consumado hermanos míos,
no lo olviden, pues nada en este día nos consuela.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
LXIV

Solitario era el túnel de mis días,
cuando habitaba de tanto batallar
en mis acuíferos flancos,
y solitario era
el epíteto humano de mi altura,
y solitaria mi parte perenne
y conflictiva.

Dando en mi orilla
este dinámico traspié de un culatazo,
grandilocuente, tímido, culpable,
y dando, en el ancho vendaval,
este alarido,
este susurro poblacional
que me desdobla.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados
LXV

Afinca tus diez nuevas soledades,
pásales ojo, mídeles el átomo mayor,
la monótona minucia, a la vez,
que distintas cosas te nacieron,
y no supiste de aquel apóstrofe señor
su fleco auténtico,
su mala influencia, y a la vez,
a partir de tu querido anciano desertor,
el polémico antifaz de tu vergüenza.

Ya no ayuno señor mío de este adverbio,
aquí, delante, lejos!
Ya no, ufánico verdugo,
de tus plagas insaciables, yo me alejo.


Ay, más humano no puede ser este dolor!
Un solo vientre, un suspiro, una voz,
esta soledad!



Lima, 30 de octubre de 2009


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados

lunes, 29 de junio de 2009

El maíz es un cielo

He comido de este maíz,
de este maíz oprimido y triste
que me enseñó a compartir la mesa,
he saciado en él tanta miseria.
¡Yo le debo este cielo preñado en el que ando
en busca de los sueños que nos faltan!

Me arropó este maíz la carne
desnudando su semilla,
anudando mis palabras desgarradas.
¡He comido de su plato,
de su desgracia ajena y propia!
¡Y me sabe a flor la dulzura de su labio
y a tierra húmeda la esperanza de su luz!

Maíz, las perlas de tu rostro nos deleita
y tu tibieza
alumbra la tristeza de los niños en los Andes.

¡Han descendido asemejándose a ti las estrellas!

¡Maíz, llegará el día
en el que ya no tendrás que desnudar tus paisajes,
ni ponerte a temblar ante el tirano!

¡Llegará el día
en el que ya no te escarbarán los perros,
porque ellos también tendrán qué comer!

¡Llegará el día en el que reposes de tu fatiga
y bebas de la lluvia como beben las muchedumbres!

¡Llegará el día en el que las pobres madres
ya no se pregunten qué ha sido del maíz,
porque tú estarás sentado en nuestra mesa
multiplicando los panes que antes nos negaron!

¡Maíz, yo te debo estas palabras
que hoy fecundan mi silencio!

¡Te debo esta palabra con la que he empezado a nacer!

¡Maíz, llegará el día
en el que ya no te marchiten las guerras!

¡Ése día llegará! ¡No se rindan!

¡Porque el maíz es un cielo en el que los hombres
tienen despierto el amanecido porvenir!

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados

sábado, 6 de junio de 2009

Invoco humildemente a los intelectuales, a los artistas, a las organizaciones políticas y sociales, a las mujeres y hombres solidarios a pronunciarse a través del acto y la palabra, a unirnos con la poesía, en la lucha irrenunciable de nuestros pueblos, es momento ya de unirnos todos en un sólo grito, en una incontable muchedumbre, el pueblo nos llama a escribir la historia verdadera de la patria.
Aquí les dejo mi poesía como ejemplo de este compromiso:

La batalla del mundo

Para los pueblos amazónicos que luchan en pos de la libertad

¡Oh hermano, el cielo está cuajado en sangre,
a dónde no has de remontar tu charco de dolor,
a dónde no has de remontar tu ira!

¡Oh hermano cayendo en la desgracia!
¡Oh hermano muriendo de fusil!
¡Oh los odios represivos que enlutaron tu cadáver!

¡Ay de mis hermanos!
¡Ay de la muerte compulsiva que trajeron a tu casa!
¡Ay de los odios represivos!
¡Ay de los odios infinitos,
de sus botas,
a costa de lanzar al mundo a la deriva!

¡Ay de los cómplices gendarmes!
¡Ay de la metafísica mentira!
¡Han segado los campos a balazos,
han caído mis hermanos,
sonoramente,
hasta la muerte!

¡Han caído sus hijos heroicos
y sus mujeres combativas!
¡Han repasado sus cadáveres mortales,
sus límpidas miradas,
sus cálidos abrazos!

¡Han torcido las luces de sus días,
de sus crepúsculos matinales,
de sus mañanas floridas!

¡Han quebrado la estatura de sus miembros,
de sus venas enjundiosas,
de sus glándulas renales!

¡Oh hermano,
es momento de unir las voces en tu nombre,
de partir al encuentro de tu estirpe,
de subir a tu montaña ensangrentada!

¡Ay hermano, cuánto dolor goteando de tu rostro,
cuánta lágrima tristísima en tus penas,
cuánto dolor alojándose en tu vientre,
cuánto amor languideciendo en tu costado,
combatiendo con arrojo
hasta el último estertor!

¡Cuánto amor en tus manos fraternales,
cuánta vida, cuánto dolor,
cuánta alegría sepultada de un balazo,
cuánto amor cayendo con sus ímpetus,
cuánta juventud muriendo con bravura!

¡Aquí nace la patria,
aquí nace el amor,
aquí nacen los pueblos para defender la vida,
aquí nace el Mañana,
aquí nace el Nuevo Mundo
edificado de utopías,
aquí nacen Nuevos Tiempos
edificados de ideales!

¡Oh hermano,
a dónde no has de remontar tus sueños!

Diego Libertad
06-06-2009
3:00 a.m.

viernes, 5 de junio de 2009

El hombre del Mañana

A Jorge Bacacorzo por su vida y obra

Sigue el camino hombre descalzo,
hombre de todas las sangres,
hombre de todos los tiempos.
En la firmeza de tus puños íntegros
posaron tardes de lutos encendidos.
En tu pecho retumban razones ancestrales,
inmortales voces de lejanas muchedumbres,
inmortales junios venideros,
y estruendos
y furias
y alaridos.

Sigue el camino hombre descalzo,
hombre cincelado de estampidos,
hombre arriba de la vida,
hombre unánime con los pueblos,
hombre y más hombre
al pie de los abismos.

Camina tranquilo hombre descalzo
supera el escollo de la muerte,
líbrate del escalofrío,
de pie,
sobre tu arcilla intacta.

Ha dejado ya de lidiar tu corazón humilde,
toquen pues las quenas de la aurora, los homenajes,
ha dejado de latir un corazón enorme,
un corazón invicto,
ha marchado hacia el Mañana su esperanza,
su clamorosa pluma, su jubilosa ira,
echando fuego su palabra tumultuosa,
echando fuego sus verdades invencibles.

Sigue el camino hombre descalzo,
hombre de todas las sangres,
hombre de todos los tiempos.
Líbrate del peso opresivo del silencio,
echa hacia delante tu palabra urgente
atento al llamado de los pueblos,
atento al llamado de la muerte.

Has de volver con tu canto al hombro,
con tus motivos útiles,
con tus versos grandes,
puntual has de volver en la hora más injusta,
en el cerco más infame,
en el dolor más homicida.

Has de volver,
has de volver,
erguido, cabal, relampagueante.

Has de volver,
porque vida no te falta para la muerte
ni llanto para el suplicio.

Has de volver,
tenaz, infatigable, numeroso.

Has de volver,
pródigo, combativo, perseverante,
todas las veces necesarias has de volver,
con el luto encendido de tu cólera.

Has de volver,
has de volver,
íntegramente, decidido, generoso,
a morir mortalmente
por el Mañana.

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados

jueves, 21 de mayo de 2009

Desnudez

Así, entregado a la dulce alegoría del pecado
me acurruco en tus piernas, me deslizo por tu seno,
desboco tu aliento, paseo en tu saya mis pupilas,
desmadejo lo que te ha tejido de pureza,
acomodo tu cintura, le doy forma,
delicadamente le doy forma,
forma de ave, de luciérnaga, de caracol,
juego un rato con la gravedad, levitamos,
transparentamos nuestros cuerpos por el aire,
un rictus de voracidad nos entremezcla,
desaparecemos el uno en el otro
vestidos de nosotros mismos,
en un solo ser incondicional
deslizándose en la nada,
presto a disfrutar su alegre vida,
en ardorosos instantes infinitos
que nos bastan para desafiar la eternidad.
Parecemos dos pececillos en el agua,
en la densa marea
del ir y venir acrobáticamente
temblando de agitada desnudez,
naufragando en un silencio cósmico, sideral,
y luego, finalmente,
nos desvestimos de la carne mutua,
extenuados de nadar en el delirio,
por la tibia humedad de nuestra piel.

Diego Libertad
Del poemario Taller de ensueños
© Derechos Reservados

miércoles, 20 de mayo de 2009

La copa

Alza tu copa con aire dignatario, dignatario,
con tu abrigo de armiño,
con el ay con que te sirven.
Al brindar
¿Por qué será que te escondes un abrazo
y un peso en el bolsillo, junto a tu puñal?

Ahora que la mesa está servida,
y tomas de ese ajeno sorbo de retazos,
de la botella que antecede a los quejidos,
con el filo que ostenta tu diploma,
toma también de lo que no has dado a los mendigos,
pues, seguro no revierte,
lo poco que aún nos queda para irnos…

Toma esta copa con tu acento de mezquino,
con el hábito constante que sabe lo que haces,
con tu pálido cadáver en la sombra
y tu fingido cuello en la corbata.

¡Ay, cuántas copas se avinagran en tu equino
donde cabe un corazón que lustra su zapato!
Y el suspiro del dolor que no bebiste,
siéntese pasar en vez del vino…

Esta copa de la que bebes
es una oscura fantasía.

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida
© Derechos Reservados
La despedida

Algo ha partido contigo y ha callado,
algo nocturno que se esconde
en tu rastro y se aleja contigo,
algo lindante a la muerte y al olvido.
Algo que aún respira, lo presiento,
lo presiento en la ceniza
de este barro quejumbroso que me abriga,
callado, también, y doblemente,
como este silencio que te escucha ciego.

Algo ha partido contigo, sin mí, secándose,
muriéndose de a pocos en esta fría despedida,
en esta fría mañana
en la que se apagan mis mañanas moribundas,
mis mañanas mendigas de ti
y de tu boca.

Algo ha partido de aquí a los jamases.

Las paredes, desangrándose, te pronuncian ahora,
y me pronuncian unánimes
sin que pueda contestarles.

Algo ha partido
alejándose muy triste…
he partido yo.

Diego Libertad
Del poemario La odisea del viento
© Derechos Reservados
Te espero


No sé cómo decirlo amor, pero aquí te espero,
un lunes como un jueves,
toda la vida, todas las noches, todos los otoños,
frente al mar de todo aquello que dejaste,
como estos sueños olvidados en un trasto,
o este cariño del que usaste y te sirvió de abrigo
y que hoy tirita tus ausencias,
no importa, aquí te espero,
un martes como un viernes,
toda la vida, todas las tardes, todos los inviernos.

Uno tras otro cada paso del tiempo
me dará igual,
realmente, no sé cómo decirlo,
pero yo seguiré esperando a que regreses,
aquí mismo, para siempre,
con cuánta soledad anide en mis ojos,
aquí te espero, mujer,
aquí te espero,
no se te vaya
a olvidar.

Diego Libertad
Del poemario La odisea del viento
© Derechos Reservados

martes, 19 de mayo de 2009

Tender la mano

En el fondo de esta pluma
hay un coágulo de sangre palpitante,
de penas profundas y veraces
por el ay estrepitoso del que anduvo
en su mísero traje de comedia,
en el cuarzo de un reloj sepulturero,
en la cósmica tragedia de tragedias.

¡Ay! ¿Cuántas veces habrá de resignarse la moneda?
Al César lo que del César nace
hacia su orgasmo de orgía predilecta.

¡Ay! ¿Y cuántas mujeres metalúrgicas le apañan?
¿Y cuántos hombres que se lamen de costado?
¿Cuántas veces habrá de resignarse la moneda
en el túmulo arenoso de la ofensa,
por el ay estrepitoso de la carne,
en su cuarta oligárquica blasfemia?

¡Ay! ¿Y dónde ha de repetir la partitura
su camaleónico grito a voz en cuello?

Y qué más da el fondo del tamiz
de estos escénicos asuntos,
si la tortilla, ahí de lado,
está lamiéndose la herida
esperando el maratónico balazo,
mientras,
el hombre pasa con su plato ya desnudo
ahogándose de trastos,
en el fondo,
muy en el fondo de su cadáver,
donde espera que le tiendan una mano.

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados
La patria del corazón


A los miles que vendrán

¡Patria, no cantes con silencios!
¡Sírvete de esta voz!
¡De estos pulmones!
¡Ilumínate de estos hijos que han venido a levantar tu grito!
¡Porque las mañanas no vienen de la nada,
ni del ajeno!
¡Y es con sudor que se riega el maíz!
¡Y es con estrépito que se levantan los astros!

¡Patria, no cantes a media voz, sino con furia!
¡Canta con muchedumbres!
¡Con pueblos lejanísimos que creían olvidados!

¡Patria, cuídate, habrá quién te niegue y se retracte!
¡Habrá quién a los patrones te ha vendido!
¡Pero no hay olvido ni perdón para los cómplices!
¡Ellos caerán en la cosecha
cortados por el filo de tu voz!

¡Patria, es momento de nacer, no te apacigües!
¡No escuches a los viles embusteros!
¡Ellos temen que asistamos todos juntos
a la batalla donde tú has de nacer!

¡Ellos temen a los miles que vendrán con tu bandera!
¡Temen a los niños grises del amanecer!
¡Temen a las madres invencibles de los campos!
¡Temen a los indígenas que acechan en su sombra!
¡Temen a los lápices, a las piedras, a los libros!
¡Temen a los pájaros que presagian tu venida!
¡Temen a las flores que presagian tu color!

¡Ya no me esperen, al Mañana me voy haciendo patria!
¡Haciendo el camino para los miles que vendrán!

¡Patria, sobre los escombros de esta milenaria noche
ha de nacer el hijo que llevamos en el corazón!

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida
© Derechos Reservados
Volverás

Para Elvira a lo lejos

Entonces, te vas,
pero tal vez entiendas,
ya muy tarde, lejos,
que te hago falta,
que me haces falta,
y que sin ti se detuvo el viento y la noche,
que sin ti encallaron los sueños dulces
en amargas pesadillas,
en lo más profundo de la nocturna soledad.

Te vas, aunque sabes, convencida,
que aún hay fuego aquí
para dorar tu cuerpo y tu semilla,
pero te vas,
ya las palabras sobran,
sobra la cena,
la lluvia,
los atardeceres.

Te vas, a pesar que sólo tú me bastas,
y sólo yo te basto,
pero te vas,
te vas,
y tal vez,
en la hora distante,
en la hora desgarrada de recuerdos,
entiendas,
ya muy tarde,
lejos,
que te hago falta,
que me haces falta,
y entonces,
necesariamente,
pienses
en volver.

Diego Libertad
Del poemario Taller de ensueños
© Derechos Reservados
El instigador

Insto a mi reflejo a que me siga,
condenado a seguirme sin su sombra,
porque no sabe,
en dónde ha despertado mi antebrazo,
y en qué circunstancia anda mi ombligo,
estamos distanciados a estas horas,
y empieza a rebuscarme por su nombre,
y su botella, a beber de lo que lloro.
Anda a lomo de animal su cólera,
y en el polvo inquisitivo del juez
su testimonio.
Yo voy por el Valle de las Sombras,
errante, con gruesos eslabones en las manos
y crecidas uñas en los pies para escalar la muerte.
Ando sin medirme
en afligidos sustantivos
de dolor enorme.

¡Insto a que me sigan las arañas que me pueblan,
y a traer la luz las noches que me esconden,
y a juntar sus recuerdos
las memorias que me olvidan!

Ya,
estoy seguro,
que olvidáronse quién domesticó sus alegrías,
quién palpó las ardientes balas,
y qué corazón se precipitó en el río.
Estoy seguro que ya no rememoran,
a aquél que se abismó a la guerra,
solo, solitario,
con su único instrumento creativo,
de ubérrimas palabras soñadoras,
solo, perdido,
en las mustias aptitudes filantrópicas.
Solo, para beneplácito,
del buitre animaloide del gendarme.
Solo, solo, solo.

¡Insto a que me sigan los explotados,
para dar con las mismas aflicciones
a los que usufructúan en el nombre del progreso!

¡Insto a dar batalla a los sin tierra,
a dar batalla al oprimido,
a dar batalla a los mineros,
a dar batalla al campesino,
a dar batalla al que estudia
con el hambre sentado en su carpeta!

¡Insto a dar batalla
a las amargas crónicas del frío,
a dar batalla al silencio brumoso de los ancianos,
los verdaderos padres de la patria!

¡Insto a mi cólera subir corriendo la pendiente
y encontrarme, por fin, antes que muera!

¡Insto a que me sigan buscando,
mientras mi fusil va disparando
sus últimos disparos!

¡Insto a que me busquen
con la intensidad del aguacero,
con la intensidad del río,
que me busquen y me encuentren
mientras me mantengo vivo en la trinchera!

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida
© Derechos Reservados
Una noche

Una noche vine con mi sepultura,
una noche trágica en la que pareciera
habérsenos caído todo y ya desnudos
con una mísera lasitud sobre los lomos.

Vine pues a sentarme a la siniestra,
a reparar el daño, ante furibundos odios,
una noche vine con mi pulmón a cuestas,
vine reiteradas veces, vacío y solo.

Vine con mis brazos abiertos aquella noche,
con mi plato extendido, con mi mesa desierta,
una noche vine con mi proscrita sepultura
sin saber que aquí yacía
miserablemente solitario y solo.

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados
Hoy como nunca

Hoy tiendo a escribir lo que me pasa
donde hubiera tosido mi sordera,
sentado en mi silla de madera,
extendiendo sin apuros mi dolor.

Hoy como nunca se ha sentado a platicar
en el fondo de la ortiga
con su muesca diminuta,
la pólvora mortal de la bala compulsiva…
hoy como nunca ha tocado mi pulmón,
a una cuarta de la fibra
de mi lóbulo inferior,
y cae a plomo mi cadera
y mi fundido metacarpo
escribe retorcido en mi honda sepultura.

Hoy se diría que no tuve ya pretexto,
así como decir -Aquí anduvo este señor-
Y no escucho que alguien se sincere,
y aprecie todo aquello que siempre supe dar.

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida
© Derechos Reservados
Que vivan los obreros

A los mártires del porvenir

Nos conmueve el espinazo del obrero,
su cal y su tristeza proletaria,
su mesa fraternal y su fatiga
¡Y el dolor que le hizo andar en las batallas!

¡Que vivan los obreros!

¡Los que vienen forjando las mañanas
a golpe de tambor y de martillo,
con los callos de sus manos taciturnas!

¡Proletario, nos conduele la tristeza de tu masa,
conduelen tus trastos insepultos,
conduélenos la antigua herida
que aún desangra nuestras mesas!

¡Que vivan los obreros!

¡Que vivan los hombres de incansable cargamento,
que con sus crónicos atavíos enlutados
vienen pintando el colorido porvenir!

¡Obrero, mantén despierta la fogata
pues no habrá reconciliación en los banquetes
mientras tus hijos abrigados con la bruma
endulcen el maíz con las espinas de tu muerte!

¡Que vivan los obreros!

¡Pues no hay nostalgia más hermosa,
ni flor más impecable,
acunada entre tus sueños,
meciéndose en tus brazos!

¡Benditos los hombres que han venido
con el futuro erguido en sus espaldas!

¡Que vivan los obreros!

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida
© Derechos Reservados
Perdonadme

Sobre tu labio descubrí la inocencia
-Perdonadme-
Descendí lentamente por el hilo de tu orilla,
por la salina ebriedad de tus entrañas
-Perdonadme-
Me entusiasmó tocarte y poseerte tantas veces.
Oh, aquellos días en los que éramos la misma carne.
No me llores ahora, aún te añoro,
como para decir que nos amamos ardientemente
-Perdonadme-
He sido yo el que ha fallado,
el que emigró a otros cielos muy distantes,
el que en su vuelo terrenal cayó a la muerte,
desasistido por las alas de tu brisa
-Perdonadme-

Diego Libertad
Del poemario Taller de ensueños
© Derechos Reservados
Agonía

Alguna vez tu amor
detendrá sus pasos frente a mi puerta
o frente al manantial que florece
gota a gota del rocío de mis lágrimas.

Alguna vez tu amor
romperá el cristal de aquel olvido,
el olvido en el que me encerraste aquella noche,
allí, donde anduve entre las fantásmicas tinieblas,
donde mis carcomidos huesos se pudren
en tu desprecio,
donde las agradecidas violetas velan tus ojos.

Alguna vez vendrás ya sin tu sombra,
y yo te prestaré la mía para que vuelvas a la vida,
escapando en gráciles nubes de los abismos.

¡Yo moriré por ti cada mañana,
antes del clarear de las solemnes rosas!
¡Antes que canten los pájaros de las auroras!
Pues morir porque se ama es algo digno
¡Yo te regalaré todos los días una muerte!
Y al atardecer,
el mismo lucero que posa en tu ventana.

Alguna vez tocarás la puerta de este castigo,
y cuando en el sollozo de los goznes mi cuerpo vibre,
libre ya de tu indiferencia,
y mires a mis ojos ya enceguecidos
¡Comprenderás que las noches me derrotaron!

¡Alguna vez, sí, algún día, en algún sueño,
en alguna página que amarillean los tiempos,
cuando recorra tu cuerpo desnudo por mis recuerdos,
verás, amor, que no he muerto en vano!

Diego Libertad
Del poemario La odisea del viento
© Derechos Reservados
La noche en la que me olvides

La noche en la que tu corazón me olvide,
quiero decir,
en la que me sepulte vivo definitivamente,
la noche en la que el olvido sea perpetuo,
pasarán mis pájaros hambrientos por tu mesa
a recoger las migajas de este amor insalvable,
quiero decir,
pasarán mis ojos por la silueta de tu carne,
por los abismos y pasturas que yo devoraba
abriendo los pétalos más dulces de tu corazón.

La noche en la que me olvides,
al vestirse mi alma con sus más tristes flores,
seguiré esperando a que pronuncies mi nombre,
aunque ya no sea,
ni un nostálgico resquicio que vaga tras de ti
esta palabra con la que te voy nombrando.

La noche en la que tu corazón me olvide, amor,
te seguiré esperando, esperando y esperando.

Diego Libertad
Del poemario La odisea del viento
© Derechos Reservados.

lunes, 18 de mayo de 2009

Tu luz

Estoy escribiendo las últimas palabras para ti,
cariño amargo,
ya nada queda para nosotros en esta tinta
o en esta mesa
o en este lecho.
Ya no te abrigará esta luz que te alumbraba,
ya no te tocará mi voz,
en estos momentos,
ya eres ajena para mí,
y yo te soy prohibido.

Otro mundo gira bajo tu arcilla
y un cielo extinguido brilla en tus ojos fríos.
¡Sí, está nevando en tu corazón!
Y en tu pecho de gélidas palomas,
ya no hay ternura.
¡Ya no hay ríos en tus labios desérticos,
mujer fantasma!
Nos olvidamos del amor,
y olvidóse de nosotros la promesa ofrecida.

¡Está cayendo el amor a un pozo muy hondo,
ahogándonos!

Estoy escribiendo las últimas palabras para ti,
anochecido amor,
ya nada queda por decir,
estamos lejos, distantes,
y en estos momentos de oscuridad,
qué poco llora la tarde
mientras tu luz…
se muere.

Diego Libertad
Del poemario Taller de ensueños
© Derechos Reservados
Patria desterrada

Estoy contigo patria desterrada,
humilde casa de mis sueños.
Resulta triste asomarse en tu ventana,
¡Qué dolor!
Y buscar el Sol en tu proscrita primavera.
Por eso, voy a cobijarte con cada grito,
cerrando filas contigo.

Estoy contigo patria expropiada,
patria expropiada de tus ojos,
expropiada de tus lágrimas felices,
de tu salario en pedacitos.

Estoy contigo patria expropiada de tu cena,
patria expropiada de tus hijos,
expropiada de tus ríos y montañas,
de tus flores, del rocío, ¡Del maíz!
Expropiada, en fin,
de tu voz y de tu nombre.
¡Quién dirá no a tu mañana,
sin que sepa lo que duele tu dolor!

¡Mas, levántate patria, no estás sola,
miles de hombres y mujeres vendrán a liberarte!
¡Bajarán los Apus para contener al opresor,
para expulsarlo!
¡Los humildes niñitos de La Oroya te lavarán los pies!
¡Los Amautas, con la certeza de la ciencia,
sobre gigantes piedras,
escribirán tu nombre para la Eternidad!
¡Los Obreros del Mañana edificarán tu porvenir!

¡Patria, aquí estamos contigo en la hora más aciaga!
¡Tú volverás fecundando los caminos áridos,
las amargas noches, los días tristes!
¡Tú allanarás el suelo movedizo que pisamos!
¡Tú derrocarás a los infames enemigos!
¡Sobre tu pecho ascenderá el Mañana
y los días venideros serán de júbilo!

¡Aquí estoy patria desterrada,
en esta lágrima,
en este charco de sangre,
en este grito que me ahoga
cerrando filas contigo
frente al opresor!

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida
© Derechos Reservados.
Los jinetes de la aurora

A los heroicos indígenas del Perú

¡Ay pueblo, está doliéndome tu herida!
Sólo hallé desolación en tus ventanas,
manos frías en la alcoba de tus sueños,
sólo hallé penas y dolor en tus platos rotos.
En tus mesas vacías,
sólo hallé los cuerpos putrefactos que la muerte desdeña.
Sólo hallé el rostro olvidado de los niños
y el delantal remendado de las madres taciturnas.

¡Ay! Si te dijera que ya es tarde y que nos fuimos,
y que la punta de ese dedo ha disparado,
saldrías a buscarte a duras penas,
con el peso de este hondo sufrimiento.

Pueblo, ya sabemos del extremo en que caminas,
transita pues por la orilla de tu pólvora,
a las cuatro puntuales de tu enojo,
¡Descontento si pudieras con el amo!

Ya no lleves contigo la cuchara del hambre,
ni la sombra de la noche despiadada.
Yo te seguiré por todos los caminos,
descalzo, sin desmayar.

Yo lavaré tus profundas cicatrices,
tus venas abiertas, cerrarán,
y ya no más se esconderá tu risa,
ni tu flor, ni tus doncellas,
¡La descendencia de tu prole será feliz!
Pero antes,
apura el paso,
el camino será largo,
mucho dolor lloverá sobre tu cerviz,
mucha miseria,
mucho temor,
¡Muchas batallas nos esperan a cada paso!
¡Pero tú renacerás!
¡El enemigo no podrá contigo!
¡La desdicha no podrá contigo!
¡El silencio cómplice no podrá contigo!
¡Tú perdurarás
en la hora venidera de la muerte!
¡Está escrito!
¡Ya es hora!
¡Vámonos pueblo
cabalgando en las heridas,
yo te precedo!

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida
© Derechos Reservados
El ausente

Para Mario Benedetti en la hora de su ausencia,
para las hermanas y hermanos que partieron


Hermano, has callado,
y está callada tu ceniza,
y ha callado el padrenuestro, también,
en tu escritura,
en el charco de la violencia de tu sangre,
que dirá,
no sé que cosas,
como nunca,
cuando callas,
cuando calla tu ceniza y de repente,
cae de un tranco hacia la muerte tu alegría.
Y ya no más, no más nada,
dirás en tu velorio.

Estás callado
y alguien dice que tu ceniza está muy triste.
Estás callado
y tu cadáver frontal,
sin aspavientos,
ha curtido sus lágrimas profundas,
hasta secarse,
hasta morir en el ciclo de la vida,
nítidamente.

Has callado en el quíntuplo sentido,
en la ceniza, en el verbo, en el oído.
Has callado tercamente de la boca hacia adentro,
de tus láminas hacia fuera.
Has callado para siempre en nuestras voces,
¡Has callado alzándonos la voz!

Has callado, hermano, de repente,
¡Pero tu canto seguirá en nuestro surco!
Decirte adiós
o hasta luego
o hasta nunca
sólo será
una breve despedida.

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados

domingo, 29 de marzo de 2009

Un homenaje para Javier

Para Rosa Rojas, huérfana de su hijo

No bastándoles apagar su corta vida,
matáronle dos veces a mansalva,
a Javier, a Manuel, al hijo,
vistiéndole de luto en la noche de sus sueños.

Y no bastándoles oscurecer su mirada sonriente,
matáronle tres veces, con pólvora, con odios.
Entraron en jauría, a dentelladas, a balazos,
escupiendo muerte por sus fauces puntiagudas.

¡Y no bastándoles incendiar su primavera,
matáronle cuatro veces con despiadado frenesí!
Vinieron con la noche,
agazapados en cobardes sombras.

¡Y no bastándoles exterminar sus ilusiones,
matáronle cinco veces estruendosas,
estallándolo!

Cumplieron con el jerárquico mandado de la muerte,
a espaldas de la historia.
¡Y no bastándoles cortar su corazón,
matáronle seis veces a bocajarro!

¡Y aún con vida, indefenso, frágil,
no llegó a comprender la brutalidad de sus verdugos!
¡A quienes no bastándoles truncar su porvenir,
matáronle, mortalmente, siete veces a quemarropa!
¡Pero aún con vida, piadoso, querubín,
siguió soñando en los brazos de su madre!

Mas, ¡No bastándoles arrancarlo del futuro,
matáronle ocho veces violentísimas!
¡Para callarlo,
para cerrar sus ojos infantiles
y olvidar su cándido semblante!
¡Pero no bastándoles ahogar su dulce voz!
¡Matáronle nueve veces, extinguiéndolo!
¡Y aún con vida,
siguió soñando dichoso en los brazos de su padre!

Mas, ¡No bastándoles fulminar su resplandor!
¡Matáronle diez veces, acribillándolo!
¡Pero aún con vida en el instante de su muerte,
soñó, una vez más, con el cálido beso de su madre!
Durmiéndose.
¡Pero no bastándoles rematar su cuerpecito,
matáronle once veces, inmolándolo,
ultrajando su grandiosa humanidad!
Sin embargo…
¡Todas esas muertes no podrán contigo, Javier Ríos!
¡Nada podrá vencer tus sublimes ocho años!
Sigue soñando nomás, Manuelito, Javier.
¡Inocente niño de tu pueblo!
¡Porque en la memoria de la patria vivirá tu luz!


Javier Manuel Ríos Rojas tenía ocho años cuando fue asesinado de 11 balazos en la fatídica noche del 3 de noviembre de 1991, a manos del escuadrón de la muerte denominado “grupo Colina”. Este comando paramilitar actuaba por orden y gracia de la dictadura de Alberto Fujimori. Junto con Javier Manuel, asesinaron a otras 14 personas esa noche, todas víctimas inocentes, entre ellas, a su padre, Don Manuel Ríos. Este fue el sonado Caso Barrios Altos, cuyos mártires sólo cometieron el “delito” de ser pobres.

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida,
Antología La travesía de los desaparecidos
© Derechos Reservados.

jueves, 26 de marzo de 2009

Te sabré esperar

Yo sé que no vendrás en esta noche,
tras el último suspiro de este amor desfallecido,
pero aún así,
te sabré esperar.

Perdido
en el jardín extraño de tu corazón,
te sabré esperar.

Aunque
amor con rencor me pagues,
te sabré esperar.

Inmóvil, petrificado, seco,
te sabré esperar.

Aferrado a tus pasos inconmovibles,
a tu falda, a tu voz, a tu silencio,
te sabré esperar.

Sobre las áridas espinas de tu cólera,
callado, pensativo,
¡Sin descanso!
Te sabré esperar.

Postrado en el más hondo precipicio,
donde sólo cabe la oscuridad,
te sabré esperar.

Con el cáliz ensangrentado del amor
y sus infinitésimos fragmentos,
te sabré esperar.

Inerte,
en el más frío olvido,
te sabré esperar.

Como la flor espera al rocío,
o como el desierto espera al mar,
te sabré esperar.

Te sabré esperar porque ésa,
¡Ésa es la naturaleza inquebrantable del amor!
¿Estás oyéndome?
¡Te sabré esperar!

Te sabré esperar con los años que me quedan,
bajo el cielo implacable de la soledad,
¡Hasta que mis ojos, ya ciegos,
no puedan escudriñarte en el horizonte!

¡Te sabré esperar, Camila!
¡Aunque sé
que no vendrás en esta noche,
tras el último suspiro de este amor,
cuando se apague mi voz!


Diego Libertad
Del poemario La odisea del viento
© Derechos Reservados.
Sed

Madre, qué tristeza, estás lejos,
lejísimos,
¿Sabes? Aquí todo es como antes,
¿Lo recuerdas?
Como cuando era niño, y dulcemente,
bajo tus brazos,
bebía en abundancia
del vino melancólico de tus ojos.
Por eso, desde niño,
supe jugar con la tristeza,
pues no tuvimos
días de esplendor en nuestros platos.

Así eran esos tiempos, duros, raquíticos,
en los que no había
noticias agradables
sobre el precio del pan y las lentejas,
por eso, el hambre nos fue despojando de ilusiones,
nos fue despojando de la dicha esta tristeza,
y padecimos, como muchos otros,
clamando en el dolor de las muchedumbres.

Madre, yo recuerdo,
que sufríamos bajo el frío indiferente,
mientras llorábamos con amargo llanto,
cuando ya no cantaban los jilgueros
y apesadumbrados, echábanse a morir.

Hoy,
qué poco ya nos queda del pasado, madre,
sólo tú sigues arrullando ese recuerdo,
sólo tú sigues hilvanando sus retazos
porque yo,
sólo sé cantarle a la tristeza.

Es cierto,
qué poco he cambiado desde entonces,
aún tengo la misma mirada
perdida en algún sueño,
y mi palabra más alegre
oculta
para algún momento de dulzura
que quizás ya no vendrá.

Madre,
si supieras cuánto aprendí de tu suplicio,
no estaría tu sonrisa ausente en esta cena,
ni tu lágrima, ahogada en esta copa,
porque yo,
he bebido en abundancia
del vino melancólico de tus ojos
y aún tengo sed.

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados.
Patria mía

Ay, patria mía,
Patria Grande y magullada,
no te aflijas,
algún día alcanzaremos el Sueño Inalcanzable,
el que te niegan,
el que ocultaron,
y el odio que desoló tu corazón, marchitará,
ten fe,
ten fe indisoluble en tus hermanos,
¡Ten fe!
Aunque bebas compulsivamente del dolor
y caigas, mortalmente, por tus hijos,
ten fe filosófica y ecuánime,
¡Ten fe!
¡Aférrate, patria, a los harapientos,
a los humildes,
aférrate a los obreros que te guardan,
aférrate a los campesinos que te abrigan,
aférrate a los ancianos que te lloran,
aférrate a las madres que te arrullan!
¡Aférrate!
Porque, por encima de las cosas que deseamos,
¡Estás tú, humildemente, infinita!

Ay, patria mía, Valle de Lágrimas,
con cuántos ojos llorará tu pueblo hasta inundarte,
guarecidos bajo un techo transparente.
¡Ay!
¡Y cuántos descalzos
estirarán la mano sin tocar tu aurora!
¡Qué desdicha!
¡Qué desdicha!
Pero abrázame, patria mía,
aunque tenga que comer de tu pobreza,
y sentir el vientre agujereado,
¡Abrázame!
¡Compartamos el pan enflaquecido de tu mesa!
¡Abrázame!
Porque si sufres, yo te sufro,
sufro este incendio en las entrañas.
Si sufres,
te sufren las madres
y te sufren los niños,
y te sufre el apaleado,
y te sufre el moribundo.

¡Cómo no voy a sufrirte
patria desnuda!

¡Oh, patria desangrada, enarbólate!
Asciende sobre nuestros hombros al futuro,
sobre nuestros huesos,
uno a uno, arrimados en tu fuego.

Ay, patria mía, dime,
¿Por qué no has florecido aún?
¡Asómate!
¿Y por qué tus Noches Largas no terminan?
¿Dónde está tu luz?
¡Estamos ciegos!

¡Ay, patria mía, levántate,
aún hay ternura para ti en el plato del pobre
y en la desdicha del humillado!
¡Aún hay para ti flores y almíbar!
¡Aún hay para ti amaneceres impecables!

¡De pie, patria, de pie, marchemos a la batalla,
no enmudezcas,
todavía hay brazos para levantar tu voz!


Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados.

jueves, 8 de enero de 2009

Cómo informar sobre la “guerra”

1) En Oriente Próximo son siempre los árabes los que atacan primero, y siempre es Israel el que se defiende. Esa defensa se llama “represalia”.
2) Ni árabes ni palestinos ni libaneses tienen derecho a matar civiles. A eso se le llama “terrorismo”.3) Israel tiene derecho a matar civiles. Eso se llama “legítima defensa”.
4) Cuando Israel mata civiles en masa, las potencias occidentales piden que lo haga con mayor comedimiento. Eso se llama “reacción de la comunidad internacional”.
5) Ni palestinos ni libaneses tienen derecho a capturar soldados israelíes dentro de instalaciones militares con centinelas y puestos de combate. A eso hay que llamarlo “secuestro de personas indefensas”.
6) Israel tiene derecho a secuestrar a cualquiera hora y en cualquier lugar a cuantos palestinos y libaneses se le antoje. Su cifra actual ronda los 10 mil, 300 de los cuales son niños y mil, mujeres. No se precisa prueba alguna de culpabilidad. Israel tiene derecho a mantener secuestrados presos indefinidamente, ya sean autoridades democráticamente elegidas por los palestinos. A eso se le llama “encarcelamiento de terroristas”.
7) Cuando se menciona la palabra “Hezbollah”, es obligatorio añadir en la misma frase “apoyados y financiados por Siria y por Irán”.
8) Cuando se menciona “Israel”, está terminantemente prohibido añadir: “apoyados y financiados por los EEUU”. Eso podría dar la impresión de que el conflicto es desigual y de que la existencia de Israel no corre peligro.
9) En informaciones sobre Israel, hay que evitar siempre que aparezcan las siguientes locuciones: “Territorios ocupados”, “Resoluciones de la ONU”, “Violaciones de los Derechos Humanos” y “Convención de Ginebra”.
10) Los palestinos, lo mismo que los libaneses, son siempre “cobardes” que se esconden entre una población civil que “no los quiere”. Si duermen en casa con sus familias, eso tiene un nombre: “cobardía”. Israel tiene derecho a aniquilar con bombas y misiles los barrios donde duermen. A eso se le llama “acción quirúrgica de alta precisión”.
11) Los israelíes hablan mejor inglés, francés, castellano o portugués que los árabes. Por eso merecen ser entrevistados con mayor frecuencia y tener más oportunidades que los árabes para explicar al gran público las presentes reglas de redacción (de la 1 a la 10) A eso se le llama “neutralidad periodística”.
12) Todas las personas que no están de acuerdo con las sobredichas Reglas, son, y así debe hacerse constar, “terroristas antisemitas de alta peligrosidad”.

Texto anónimo, enviado en francés al blog que Emir Sader mantiene en la publicación brasileña Carta Maior.
Los catorce del patíbulo

La primera semana de diciembre del 2008, desde Colombia, surgió una noticia sumamente reveladora, un capitán de la policía colombiana que cumplió la orden de examinar las supercomputadoras del extinto líder de las FARC, Raúl Reyes, determinó, mediante un informe a la Fiscalía General de su país, que no existe ningún correo electrónico en dichos aparatos. El valioso testimonio del Capitán Ronald Ayden Coy Ortiz terminó por desenmascarar la gran mentira en contra del gobierno ecuatoriano y venezolano, dejó sin piso además un sinnúmero de acusaciones en perjuicio de diversos líderes de izquierda, sin embargo, el mundo de cartón en el que vivimos y sus titiriteros no han difundido esta verdad, no han difundido lo grave de aquella infamante maniobra, ni mencionan a los responsables que intentaron resquebrajar la paz en la región y el proceso de integración que construyen nuestros pueblos.

Lamentablemente, estas intenciones punibles quedarán como anécdota, todos recordarán aquellos días en los que en el colmo de la estupidez humana, porque sólo el humano puede llegar a estos extremos de estupidez, la INTERPOL, Álvaro Uribe Vélez y George W. Bush, quedaron como simples aprendices de Joseph Goebbels.

Sin embargo, en el Perú, el gobierno de turno sigue tratando este asunto de manera cínica, la infame alianza que nos gobierna continua con la farsa, y es que el apra y el fujimontesinismo, secundados por el casi extinto PPC, no ven otra manera de impedir el histórico proceso de unidad de las fuerzas populares, sí, la derecha peruana apunta a desestabilizar la más grande unificación de las fuerzas de izquierda, patrióticas, nacionalistas y progresistas que jamás se haya forjado en el Perú.

No importa que ya se haya demostrado categóricamente que no hay pruebas de ninguna índole sobre alguna conexión con el denominado “terrorismo internacional”, específicamente, con las FARC. No importa que la grácil poetisa Melisa Patiño y Roque Gonzáles, encarcelados injustamente y hoy, ya libres, demuestren la torpeza y el maccarthismo con que este gobierno maniobra. No importa que se apunte a las cabezas visibles de esta floreciente unidad sin un solo elemento de prueba, a Ollanta Humala, a Albero Moreno, a Renán Raffo, a Julio Céspedes Olórtegui, a César Barrera, a Olmedo Auris, y a otros ciudadanos organizados políticamente en la izquierda, 13 en total, sino que además, añadan al periodista Raúl Wiener del diario La Primera, al falso complot desestabilizador del que los acusan. Habrá que esperar qué medios de comunicación defienden la libertad de expresión y qué medios continúan con el silencio ignominioso y cómplice, pues, los peruanos ya nos hemos dado cuenta que cuanto más aprietan el garrote, es cuando más miedo tiene el ultraderechismo de perder la mamadera.

Diego Libertad
08-01-2009
6:52 p.m.

sábado, 3 de enero de 2009

El amor ha vencido

¡Palmas para el amor, ha sobrevivido!
¡Ha cruzado las fronteras humanas del odio
asido de un pañuelo que volara en el viento!
¿No lo ven?
¡Ha sobrevivido!
¡Honores para el amor!
¡No le vencieron las guerras
que acuñaron profundas cicatrices en su rostro!
¡El amor ha vencido!
¡Viene temblando de frío, pero ha vencido!
¡Viene cayéndose por partes, pero ha vencido!
¡Una parte ha caído en Vietnam, y no le vencieron!
¡Una parte ha caído en Hiroshima,
y no le vencieron!
¡Una parte ha caído en Corea, y no le vencieron!
¡Una parte ha caído en Bagdad, y no le vencieron!
¡Una parte ha caído en Leningrado,
y no le vencieron!
¡Una partecita ha caído en villa Guernica,
y no le vencieron!
¡Una partecita ha caído en Jenin,
y no le vencieron!
¡Una dolorosa parte ha caído en Gaza
y no le vencieron!
¡Un gran trozo ha caído en el África,
y no le vencieron!
¡Muchas partes vitales han caído en América,
y no le vencieron!
¡Muchas balas le alcanzaron,
y no le vencieron!
¡Mucha ruina lo aturdió, y no se ha rendido!
¡Salvas para el victorioso amor,
para sus aguerridas alas!
¡Y después de esto,
después de la consumación de los hechos todos,
el amor triunfante,
andará errante por el mundo
en busca de la felicidad!
¡Palmas para el amor!

¡Camaradas, el amor ha vencido!

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo

© Derechos Reservados

viernes, 2 de enero de 2009

La nueva guerra de los cien años


La cobarde masacre de civiles en Palestina, incluyendo mujeres y niños, era un hecho “inaplazable” para el imperialismo yanqui y las falanges sionistas, en el papel, estos acontecimientos estuvieron preparados con antelación. La soñadora idea que Obama transmitía al mundo acerca de aplicar una política global contraria a la del garrote aplicada por Bush, daba cierto aliento para la proyección de nuevas relaciones entre los Estados Unidos y los países oprimidos y amenazados por ellos. Por eso les era vital a los buitres que se alimentan de la guerra evitar a toda costa perder esos espacios de influencia y de millonarias ganancias.

Durante los últimos días de diciembre del 2008, con el cinismo que lo caracteriza, George Bush, el presidente norteamericano con el más bajo coeficiente intelectual, ordenó preparar documentos de inteligencia para prevenir al nuevo gobierno estadounidense sobre el “peligro terrorista” en un futuro inmediato. Bush decía sentirse muy preocupado por el qué sucedería si el “terrorismo internacional” atacara y él ya no estuviera en la Casa Blanca para dirigir con mano de hierro, aunque sabemos que con pies de barro. En estas injustificadas hipótesis estaba previsto el recrudecimiento de la violencia en Oriente, así como futuros ataques “terroristas” a objetivos estadounidenses y en contra de sus aliados, de esta manera estas acciones permitirían prolongar y extender los escenarios de guerra en el mundo, escenarios que por cierto, paulatinamente, han ido perdiendo adeptos, un tanto golpeados por la actual crisis y por la pérdida de popularidad al haberse enfrascado en guerras como la de Irak o Afganistán que a la fecha no tienen visos de cuándo acabar y menos de una perspectiva de victoria desde la orilla colonialista.

¿Podemos creer que el bombardeo israelí es únicamente por motivos electorales? De ningún modo, quizás pueda ser uno de los propósitos a considerar, pero, definitivamente, lo que sucede es que los perros de presa y sus amos imperialistas creen haber elaborado un plan perfecto, haciéndonos creer que esta vez ya no es un auto atentado, como el 11 – S, el que “justifica” acciones militares a gran escala, sino que es mediante la puesta en escena de un conjunto de acciones de provocación, para así “sufrir” la reacción de grupos extremistas y tener el “derecho moral y divino” de aplastarlos. Esta es la sinrazón por la cual han ejecutado esta cadena de ataques al pueblo palestino.

Por lo tanto, es lógico deducir que ante la atroz dimensión del ataque israelí, accionar que podemos tipificarlo como terrorista, las fuerzas de Hamás e incluso organizaciones opositoras a ellos como Al Fatah o diversas agrupaciones radicales que se solidaricen con el sufrimiento palestino, darían una respuesta contundente, lo que podría significar, incluso el líder de Hamás, Jaled Meshaal, ya la ha convocado, nada menos que una tercera Intifada, esto qué implicaría ¿Únicamente una respuesta con cohetes artesanales a larga distancia y de manera esporádica contra el territorio palestino que ocupa Israel? No, esa respuesta será, indefectiblemente, mediante diversos ataques y atentados suicidas no sólo en Oriente, sino, lo que anhelan los opresores usa-anglo-sionistas frotándose las manos, una serie de ataques que abarcarían territorio europeo y estadounidense, lo que por supuesto, aceleraría la vorágine de violencia y permitirá alegremente a los buitres llenarse los bolsillos y no de caramelos. Por cierto que, de concretarse una nueva Intifada ello aseguraría, por lo menos, que durante todo el mandato de Barack Obama habrá guerra.

En este nuevo escenario, en el que sin dudas hay nuevos blancos visibles como Irán y Corea del Norte, será necesario el cálculo milimétrico de respuestas, por el momento, acertadamente, el Presidente iraní Mahmud Ahmadineyad ha moderado el tono de sus declaraciones y no ha ido más allá de serias condenas contra el holocausto palestino. Por su parte, Corea del Norte en un comunicado oficial insinúa estar dispuesta a desnuclearizarse tratando de evitar lo que parece inminente.

Es preciso recalcar que ante el bombardeo de Gaza inmediatamente saltaron a declarar ante los medios los mastines de hocico más grande, Condoleeza Rice por ejemplo, usó el repetitivo discurso yanqui del supuesto financiamiento iraní a las milicias de Hamás, evidencias que ni el propio servicio de inteligencia israelí, El Mossad, ha encontrado aún. También tenemos el caso de la cachorra del presidente italiano Silvio Berlusconi, que es una especie de mezcla entre Aznar y Fujimori, nos referimos a la diputada Fiamma Nirenstein, que hace un eco estupidizante de las acusaciones contra Hamás y contra Irán. Lo que en sí vemos, es un desfile macabro de los líderes de opinión imperialistas que en su conjunto, en el colmo de la insensibilidad, están preparando el terreno para una incursión militar en el referido país islámico. Y Obama, que tan dedicado estuvo durante el inicio de la crisis financiera aportando opiniones y buscando remedios para la recesión hasta ahora no ha dicho un pío ¿Habrá prendido su televisor?

Diego Libertad
02-01-2009
3:52 p.m.

diegolibertad.blogspot.com