jueves, 26 de marzo de 2009

Patria mía

Ay, patria mía,
Patria Grande y magullada,
no te aflijas,
algún día alcanzaremos el Sueño Inalcanzable,
el que te niegan,
el que ocultaron,
y el odio que desoló tu corazón, marchitará,
ten fe,
ten fe indisoluble en tus hermanos,
¡Ten fe!
Aunque bebas compulsivamente del dolor
y caigas, mortalmente, por tus hijos,
ten fe filosófica y ecuánime,
¡Ten fe!
¡Aférrate, patria, a los harapientos,
a los humildes,
aférrate a los obreros que te guardan,
aférrate a los campesinos que te abrigan,
aférrate a los ancianos que te lloran,
aférrate a las madres que te arrullan!
¡Aférrate!
Porque, por encima de las cosas que deseamos,
¡Estás tú, humildemente, infinita!

Ay, patria mía, Valle de Lágrimas,
con cuántos ojos llorará tu pueblo hasta inundarte,
guarecidos bajo un techo transparente.
¡Ay!
¡Y cuántos descalzos
estirarán la mano sin tocar tu aurora!
¡Qué desdicha!
¡Qué desdicha!
Pero abrázame, patria mía,
aunque tenga que comer de tu pobreza,
y sentir el vientre agujereado,
¡Abrázame!
¡Compartamos el pan enflaquecido de tu mesa!
¡Abrázame!
Porque si sufres, yo te sufro,
sufro este incendio en las entrañas.
Si sufres,
te sufren las madres
y te sufren los niños,
y te sufre el apaleado,
y te sufre el moribundo.

¡Cómo no voy a sufrirte
patria desnuda!

¡Oh, patria desangrada, enarbólate!
Asciende sobre nuestros hombros al futuro,
sobre nuestros huesos,
uno a uno, arrimados en tu fuego.

Ay, patria mía, dime,
¿Por qué no has florecido aún?
¡Asómate!
¿Y por qué tus Noches Largas no terminan?
¿Dónde está tu luz?
¡Estamos ciegos!

¡Ay, patria mía, levántate,
aún hay ternura para ti en el plato del pobre
y en la desdicha del humillado!
¡Aún hay para ti flores y almíbar!
¡Aún hay para ti amaneceres impecables!

¡De pie, patria, de pie, marchemos a la batalla,
no enmudezcas,
todavía hay brazos para levantar tu voz!


Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados.

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