lunes, 29 de junio de 2009

El maíz es un cielo

He comido de este maíz,
de este maíz oprimido y triste
que me enseñó a compartir la mesa,
he saciado en él tanta miseria.
¡Yo le debo este cielo preñado en el que ando
en busca de los sueños que nos faltan!

Me arropó este maíz la carne
desnudando su semilla,
anudando mis palabras desgarradas.
¡He comido de su plato,
de su desgracia ajena y propia!
¡Y me sabe a flor la dulzura de su labio
y a tierra húmeda la esperanza de su luz!

Maíz, las perlas de tu rostro nos deleita
y tu tibieza
alumbra la tristeza de los niños en los Andes.

¡Han descendido asemejándose a ti las estrellas!

¡Maíz, llegará el día
en el que ya no tendrás que desnudar tus paisajes,
ni ponerte a temblar ante el tirano!

¡Llegará el día
en el que ya no te escarbarán los perros,
porque ellos también tendrán qué comer!

¡Llegará el día en el que reposes de tu fatiga
y bebas de la lluvia como beben las muchedumbres!

¡Llegará el día en el que las pobres madres
ya no se pregunten qué ha sido del maíz,
porque tú estarás sentado en nuestra mesa
multiplicando los panes que antes nos negaron!

¡Maíz, yo te debo estas palabras
que hoy fecundan mi silencio!

¡Te debo esta palabra con la que he empezado a nacer!

¡Maíz, llegará el día
en el que ya no te marchiten las guerras!

¡Ése día llegará! ¡No se rindan!

¡Porque el maíz es un cielo en el que los hombres
tienen despierto el amanecido porvenir!

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados

sábado, 6 de junio de 2009

Invoco humildemente a los intelectuales, a los artistas, a las organizaciones políticas y sociales, a las mujeres y hombres solidarios a pronunciarse a través del acto y la palabra, a unirnos con la poesía, en la lucha irrenunciable de nuestros pueblos, es momento ya de unirnos todos en un sólo grito, en una incontable muchedumbre, el pueblo nos llama a escribir la historia verdadera de la patria.
Aquí les dejo mi poesía como ejemplo de este compromiso:

La batalla del mundo

Para los pueblos amazónicos que luchan en pos de la libertad

¡Oh hermano, el cielo está cuajado en sangre,
a dónde no has de remontar tu charco de dolor,
a dónde no has de remontar tu ira!

¡Oh hermano cayendo en la desgracia!
¡Oh hermano muriendo de fusil!
¡Oh los odios represivos que enlutaron tu cadáver!

¡Ay de mis hermanos!
¡Ay de la muerte compulsiva que trajeron a tu casa!
¡Ay de los odios represivos!
¡Ay de los odios infinitos,
de sus botas,
a costa de lanzar al mundo a la deriva!

¡Ay de los cómplices gendarmes!
¡Ay de la metafísica mentira!
¡Han segado los campos a balazos,
han caído mis hermanos,
sonoramente,
hasta la muerte!

¡Han caído sus hijos heroicos
y sus mujeres combativas!
¡Han repasado sus cadáveres mortales,
sus límpidas miradas,
sus cálidos abrazos!

¡Han torcido las luces de sus días,
de sus crepúsculos matinales,
de sus mañanas floridas!

¡Han quebrado la estatura de sus miembros,
de sus venas enjundiosas,
de sus glándulas renales!

¡Oh hermano,
es momento de unir las voces en tu nombre,
de partir al encuentro de tu estirpe,
de subir a tu montaña ensangrentada!

¡Ay hermano, cuánto dolor goteando de tu rostro,
cuánta lágrima tristísima en tus penas,
cuánto dolor alojándose en tu vientre,
cuánto amor languideciendo en tu costado,
combatiendo con arrojo
hasta el último estertor!

¡Cuánto amor en tus manos fraternales,
cuánta vida, cuánto dolor,
cuánta alegría sepultada de un balazo,
cuánto amor cayendo con sus ímpetus,
cuánta juventud muriendo con bravura!

¡Aquí nace la patria,
aquí nace el amor,
aquí nacen los pueblos para defender la vida,
aquí nace el Mañana,
aquí nace el Nuevo Mundo
edificado de utopías,
aquí nacen Nuevos Tiempos
edificados de ideales!

¡Oh hermano,
a dónde no has de remontar tus sueños!

Diego Libertad
06-06-2009
3:00 a.m.

viernes, 5 de junio de 2009

El hombre del Mañana

A Jorge Bacacorzo por su vida y obra

Sigue el camino hombre descalzo,
hombre de todas las sangres,
hombre de todos los tiempos.
En la firmeza de tus puños íntegros
posaron tardes de lutos encendidos.
En tu pecho retumban razones ancestrales,
inmortales voces de lejanas muchedumbres,
inmortales junios venideros,
y estruendos
y furias
y alaridos.

Sigue el camino hombre descalzo,
hombre cincelado de estampidos,
hombre arriba de la vida,
hombre unánime con los pueblos,
hombre y más hombre
al pie de los abismos.

Camina tranquilo hombre descalzo
supera el escollo de la muerte,
líbrate del escalofrío,
de pie,
sobre tu arcilla intacta.

Ha dejado ya de lidiar tu corazón humilde,
toquen pues las quenas de la aurora, los homenajes,
ha dejado de latir un corazón enorme,
un corazón invicto,
ha marchado hacia el Mañana su esperanza,
su clamorosa pluma, su jubilosa ira,
echando fuego su palabra tumultuosa,
echando fuego sus verdades invencibles.

Sigue el camino hombre descalzo,
hombre de todas las sangres,
hombre de todos los tiempos.
Líbrate del peso opresivo del silencio,
echa hacia delante tu palabra urgente
atento al llamado de los pueblos,
atento al llamado de la muerte.

Has de volver con tu canto al hombro,
con tus motivos útiles,
con tus versos grandes,
puntual has de volver en la hora más injusta,
en el cerco más infame,
en el dolor más homicida.

Has de volver,
has de volver,
erguido, cabal, relampagueante.

Has de volver,
porque vida no te falta para la muerte
ni llanto para el suplicio.

Has de volver,
tenaz, infatigable, numeroso.

Has de volver,
pródigo, combativo, perseverante,
todas las veces necesarias has de volver,
con el luto encendido de tu cólera.

Has de volver,
has de volver,
íntegramente, decidido, generoso,
a morir mortalmente
por el Mañana.

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados