viernes, 30 de octubre de 2009

XXXI

Hay que cultivar un amor platónico
para las artes
y un amor desnudo
para los días de placer.

Hay que cultivar un amor heroico
para la hambruna
y un amor fantástico
para la imaginación.

Hay que cultivar un amor clarividente
para los presagios
y un amor clandestino
para la libertad.

Una huesuda mujer teje
el negro telón de la despedida.

Hay que cultivar un amor ciego
para los tiempos de la nieve,
para la herrumbre inevitable de la vejez,
porque en el umbral del final descanso
ya no es posible ejecutar
las acrobacias de la retirada.


Diego Libertad
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