viernes, 30 de octubre de 2009

XXXVI

Toca la puerta huérfana mi mano,
tocan la efímera ventana mis ventrales ojos,
de llanto evidente, mutual, mi vestimenta,
y el pan con el que ayuno, de ruiseñor,
mis deducciones.
Nadie sabe cuánto
ha pecado de dulzura mi salario,
y cuánto de siniestro tristemente me derriba.

En un almuerzo fugitivo el cuervo anida,
bate su velocísimo espiral de triste pájaro,
arremete, muerde, picotea, desayuna,
elude el aletazo de la vida que arrebata.

Maligno secretario sabrás
que en tu profano despilfarro,
hay una mesa separada para el hambre,
y una huesuda silla de inmensa talladura
que te guiña,
y sabrás que hay en tu nombre,
impuestos en balde que te silban,
y mucho también de cínico circo y de artimaña.
Han de ser tus mismos reales usureros
la misma moneda con que pronto nos la pagas.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados

No hay comentarios: