viernes, 30 de octubre de 2009

XXVIII

Quién aplazará su prontitud urgente
hasta la pérdida,
hasta la monetaria exhalación de dios,
quien, en el drástico agujero,
lo que no tocará el tiempo,
de parábola en parábola morirá desnudo
hasta morir de dios!

Quién, como el que llora,
con delicados ademanes de sensible,
sucumbirá en el oficio de la pólvora.

Escribo esto con los tenaces fusiles
del hambriento.

Esta es mi cuota de soldado
para la patria reluciente de los predicantes.

Esta es mi cuota de ladrillo
ante el siseo de la bala.

Yo no sé en qué trinchera fuimos
despojados del placer de una caricia,
y en qué metro cúbico
tendióse largo y sombrío
el intestino de los rifles.


Diego Libertad
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