lunes, 18 de mayo de 2009

El ausente

Para Mario Benedetti en la hora de su ausencia,
para las hermanas y hermanos que partieron


Hermano, has callado,
y está callada tu ceniza,
y ha callado el padrenuestro, también,
en tu escritura,
en el charco de la violencia de tu sangre,
que dirá,
no sé que cosas,
como nunca,
cuando callas,
cuando calla tu ceniza y de repente,
cae de un tranco hacia la muerte tu alegría.
Y ya no más, no más nada,
dirás en tu velorio.

Estás callado
y alguien dice que tu ceniza está muy triste.
Estás callado
y tu cadáver frontal,
sin aspavientos,
ha curtido sus lágrimas profundas,
hasta secarse,
hasta morir en el ciclo de la vida,
nítidamente.

Has callado en el quíntuplo sentido,
en la ceniza, en el verbo, en el oído.
Has callado tercamente de la boca hacia adentro,
de tus láminas hacia fuera.
Has callado para siempre en nuestras voces,
¡Has callado alzándonos la voz!

Has callado, hermano, de repente,
¡Pero tu canto seguirá en nuestro surco!
Decirte adiós
o hasta luego
o hasta nunca
sólo será
una breve despedida.

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
© Derechos Reservados

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