viernes, 30 de octubre de 2009

VIII

Tristérrimo soy de mí, cómo negarlo,
tal vez, hasta primogénito
de mi propia ruina seré,
libra por libra.
Pero no guardo rencor,
si es allí adonde vamos,
por los escarpados rumbos
de la injuria.

Habrá un cielo despejado
tras la noche vil y oscura!

Un alarido, a puro batallar,
saldrá de mi pecho,
un gran alarido, de ímpetu certero,
y blanco será el recodo de esta ruta,
donde lo comprensible no será jamás
ya postergado.


Diego Libertad
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