viernes, 30 de octubre de 2009

VI

Plañe súbitamente el ser que nombro,
brama su habitante, apuntalado en dobles pinos,
vuélvese, torna en comunión consigo mismo,
sale del pecho, tieso de córneas, aduce,
en su rugido ratonil de una perilla,
este clamor, su eufórico suplicio,
con aspaviento de mélico abejorro.

Y ya noche, en la noble pesadilla,
su queja molar, crónica, durmiente,
al viandar su festivo polvo inquisitivo,
vuelve a llorar.

Y ya noche, titilante,
yo me huyo dentro
dando un grito.


Diego Libertad
© Todos los Derechos Reservados

No hay comentarios: