martes, 19 de mayo de 2009

El instigador

Insto a mi reflejo a que me siga,
condenado a seguirme sin su sombra,
porque no sabe,
en dónde ha despertado mi antebrazo,
y en qué circunstancia anda mi ombligo,
estamos distanciados a estas horas,
y empieza a rebuscarme por su nombre,
y su botella, a beber de lo que lloro.
Anda a lomo de animal su cólera,
y en el polvo inquisitivo del juez
su testimonio.
Yo voy por el Valle de las Sombras,
errante, con gruesos eslabones en las manos
y crecidas uñas en los pies para escalar la muerte.
Ando sin medirme
en afligidos sustantivos
de dolor enorme.

¡Insto a que me sigan las arañas que me pueblan,
y a traer la luz las noches que me esconden,
y a juntar sus recuerdos
las memorias que me olvidan!

Ya,
estoy seguro,
que olvidáronse quién domesticó sus alegrías,
quién palpó las ardientes balas,
y qué corazón se precipitó en el río.
Estoy seguro que ya no rememoran,
a aquél que se abismó a la guerra,
solo, solitario,
con su único instrumento creativo,
de ubérrimas palabras soñadoras,
solo, perdido,
en las mustias aptitudes filantrópicas.
Solo, para beneplácito,
del buitre animaloide del gendarme.
Solo, solo, solo.

¡Insto a que me sigan los explotados,
para dar con las mismas aflicciones
a los que usufructúan en el nombre del progreso!

¡Insto a dar batalla a los sin tierra,
a dar batalla al oprimido,
a dar batalla a los mineros,
a dar batalla al campesino,
a dar batalla al que estudia
con el hambre sentado en su carpeta!

¡Insto a dar batalla
a las amargas crónicas del frío,
a dar batalla al silencio brumoso de los ancianos,
los verdaderos padres de la patria!

¡Insto a mi cólera subir corriendo la pendiente
y encontrarme, por fin, antes que muera!

¡Insto a que me sigan buscando,
mientras mi fusil va disparando
sus últimos disparos!

¡Insto a que me busquen
con la intensidad del aguacero,
con la intensidad del río,
que me busquen y me encuentren
mientras me mantengo vivo en la trinchera!

Diego Libertad
Del poemario Pintar para la vida
© Derechos Reservados

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