III
Hay en esta tilde una nostalgia grande,
de luto bajo su tela,
vestida de memoria en su antiguo traje.
Es una dama de énfasis mortales,
taciturnos, de paladar doliente,
no queriendo torcer el brazo,
alzando sus volúmenes atónitos,
macizos, y a menudo,
metiendo su cuchara
en donde hieren las vocales.
Tiene mucho sigilo de ronquido,
de respeto mutuo al póngase preciso,
pistola en mano.
Hay en esta dama
un hasta aquí profundo,
velocísimo, animal.
Pésame su marcada indiferencia,
su cuarta vocal de aquellos tramos,
que yo ya anduve. Y por último,
pésanme sus largos arrebatos
de feroz dolencia.
Diego Libertad
Del poemario Contra este mundo
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martes, 17 de noviembre de 2009
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