martes, 19 de mayo de 2009

Tender la mano

En el fondo de esta pluma
hay un coágulo de sangre palpitante,
de penas profundas y veraces
por el ay estrepitoso del que anduvo
en su mísero traje de comedia,
en el cuarzo de un reloj sepulturero,
en la cósmica tragedia de tragedias.

¡Ay! ¿Cuántas veces habrá de resignarse la moneda?
Al César lo que del César nace
hacia su orgasmo de orgía predilecta.

¡Ay! ¿Y cuántas mujeres metalúrgicas le apañan?
¿Y cuántos hombres que se lamen de costado?
¿Cuántas veces habrá de resignarse la moneda
en el túmulo arenoso de la ofensa,
por el ay estrepitoso de la carne,
en su cuarta oligárquica blasfemia?

¡Ay! ¿Y dónde ha de repetir la partitura
su camaleónico grito a voz en cuello?

Y qué más da el fondo del tamiz
de estos escénicos asuntos,
si la tortilla, ahí de lado,
está lamiéndose la herida
esperando el maratónico balazo,
mientras,
el hombre pasa con su plato ya desnudo
ahogándose de trastos,
en el fondo,
muy en el fondo de su cadáver,
donde espera que le tiendan una mano.

Diego Libertad
Del poemario El maíz es un cielo
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